Cuando me retiré de
Puerta, no era la misma persona que había entrado. Estaba enriquecida. Tenía la
mochila llena de vivencias, recuerdos, desafíos concretados, sueños cumplidos,
amistad, compañerismo, alegrías, horas de reflexión y el recuerdo de muchas
mujeres con las que compartí momentos inefables de encuentro y mutuo
aprendizaje y otros muy, muy tristes y penosos.
Y de eso se trató fundamentalmente la vida
en Puerta Abierta. “Acompañar” como dicen las Hermanas, pero un
acompañamiento empático, sensible, profundo, ofreciéndonos como referentes para
que las chicas, las mujeres y sus niñ@s pudieran recrear distintas facetas de
la resiliencia.
Difícil es sintetizar tantos momentos y
sus emociones!
Se vivía a un ritmo intenso y
laborioso. Recuerdo en este momento
aquellas reuniones de equipo donde “ se cocinaba” propiamente el proyecto. El” plato de entrada” era la reflexión del día, tan apasionante
algunas veces que sólo la disciplina nos
ayudaba a cortar la conversación. Esta
elaboración grupal iluminaba el resto de la reunión en sus diferentes tramos:
cómo iba la atención personalizada, los informes sociales, , la preparación de los festejos, la evaluación
de cada taller, el desempeño de las niñ@s, la revista, las campañas en la
calle… tanto, tanto, que no me van a creer.
GRACIAS PADRE POR LA GRACIA conferida
al permitirme participar de la vida de amor que se desarrollaba en esta CASA, donde
se respira tu Presencia.
Qué decir de mis compañeras de equipo,
laicas y religiosas, cada una aportando desde la diversidad, sus ideas, sus
puntos de vista, sus propuestas, y todo con un nivel de pasión , entrega y
alegría que el simple recordarlo me hace sonreír.
GRACIAS
COMPAÑERAS DE CAMINO POR LA GRACIA de haberme permitido compartir con
ustedes todos estos años. Quiero rescatar especialmente el encuentro en la
disidencia, el apostar a los sueños, la tolerancia que me han tenido y la amistad
que me han brindado.
Cómo no recordar el taller de reflexión,
Basta para mí! Que como un verdadero caballo de Troya se fue metiendo de a poco
en el mundo de cada una de las participantes, las mujeres, las invitadas, el
equipo…
Verdadero campo de batalla
para luchar contra el aislamiento, el miedo, la depresión, la violencia y la
soledad. Las armas: la escucha serena y
respetuosa, la solidaridad, compartir las vivencias personales en un acto de
generosidad para que esa experiencia le sirviera a otra mujer.
Me vienen a la mente
tantas anécdotas, como aquella de dos mujeres que reunieron a sus hijos
(5) para compartir los tres huevos que tenía una de ellas para cenar.
(5) para compartir los tres huevos que tenía una de ellas para cenar.
Recuerdo los abrazos de
agradecimiento “Gracias por escucharme” y
los desencuentros que también los hubo, como en la vida que se
desarrollaba puerta afuera. Ahí adentro todo se iba dando, no sin dificultades,
pero sí en un camino de crecimiento, de evolución, de incremento de la
autoestima y de respeto por la individualidad.
GRACIAS POR LA GRACIA de
haber podido compartir tanto afecto y tantos sueños.
Mi mundo era permanentemente interpelado
por testimonios como aquél de C. cuando contó que cuando tuvo su primer hijo a
los 15 años, no tenía nada material que ofrecerle y que la bombacha de goma que
le puso fue una bolsa de nylon a la que le hizo dos orificios para las
piernitas, Así, muy avergonzada lo llevó a vacunar y los médicos del hospital
la felicitaron!
Las fiestas, qué divertidas! Cómo se
bailaba! Muchas mujeres tímidas al comienzo, pudieron contactar vitalmente con
su cuerpo como fuente de placer a partir del movimiento y no sólo por los
golpes recibidos.
Y qué decir de las fiestas con las
muchachas dominicanas! Ellas mismas con
todo amor preparaban sus comidas típicas que compartían amistosamente con
nosotras. Ricas, muy ricas! Y después la” bachateada” o sea una tarde bailando
bachata. Un lujo internacional con unas embajadoras inigualables. Ellas
sobreponiéndose al dolor de la distancia y la migración compartían con nosotras
sus profundas raíces de manera tan cálida, como el sol caribeño. Un abrazo
grande a toditas!
Recuerdo las Asambleas Anuales de las
mujeres, que preparábamos con tanto cuidado y ahínco. Era un ejemplo de ejercicio de los derechos y
responsabilidades en un sistema democrático. Lo
elaborado allí trazaba los lineamientos para los cambios y nos
comprometía a llevarlos a cabo y nos involucraba como partícipes necesarios y
no meras espectadoras.
GRACIAS HERMANAS OBLATAS por
habernos abierto las puertas del que se transformó en un hogar para todas,
durante esas horas de la semana. A donde
las mujeres acudían sabiendo que en ese
lugar iban a ser escuchadas.
Haberme entregado las llaves para que
abriera la casa cuando llegaba primera se me transformó en una rutina de
agradecimiento a Dios cada vez que entraba, por la confianza que depositaban en
mí y la alegría que me daba estar allí.
Gracias Pury (Ojos de cielo, ojos de cielo…)
Ver crecer a los niños esgrimiendo y
reclamando sus derechos y fundamentalmente poniéndolos en práctica gracias a la
amorosa dedicación de las maestras, era gratificante y sorprendente.
Muchas veces me encuentro recreando
momentos, las anécdotas, los recuerdos. A
la distancia se vuelven cada vez más importantes y me siento muy conforme con
todo lo que hicimos y muy agradecida a la Vida que me permitió tener un
lugarcito en este Proyecto.
GRACIAS MADRE ANTONIA Y PADRE SERRA por
este sueño que diseñaron hace apenas más de cien años y que aún ilumina el
camino de liberación de las mujeres.
¡Feliz cumpleaños Puerta! Y a todas
mis compañeras el más fuerte de los abrazos.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS
Silvia
Bernini
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