SIDA es la sigla para nombrar al Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida.
- Síndrome:
conjunto de signos y síntomas característicos de una enfermedad.
- Inmunodeficiencia:
Debilitamiento del sistema inmunológico del organismo.
- Adquirida: aparece en el curso de la
vida, es decir que no es congénita ni hereditaria.
Una persona portadora del virus que mantiene
relaciones sexuales sin cuidar a su compañero o compañera lo/la está exponiendo
en cada acto sexual, a una situación de alto riesgo de contagio.
El preservativo masculino y femenino es el
método más eficaz para prevenir la transmisión del HIV en las relaciones
sexuales.
¿Es lo mismo HIV que SIDA?
No, no es lo mismo. Una persona puede ser
portadora del virus HIV, pero aún no haber contraído la enfermedad del SIDA.
Se llama portador a la persona que, tras
adquirir la infección por el VIH, no manifiesta síntomas de ninguna clase. Se
llama enfermo de SIDA al que padece algún proceso infeccioso, tumoral, etc.,
con una precariedad inmunológica importante. Tanto el portador como el enfermo
de SIDA se denominan seropositivos, porque tienen anticuerpos contra el virus
que pueden reconocerse en sangre, con una prueba de laboratorio.
En líneas generales, desde que una persona se
infecta con el HIV hasta que desarrolla la enfermedad del SIDA, existe un
período asintomático que suele durar hasta unos 10 años. Durante este tiempo el
sistema inmune sufre una destrucción progresiva, hasta que llega un momento
crítico en el que el paciente tiene un alto riesgo de padecer infecciones y
tumores.
Un resultado positivo no significa que la
persona haya desarrollado la enfermedad, sino que es portadora del virus y lo
puede transmitir por la sangre o las secreciones sexuales. Dicha persona ha de
tomar las precauciones necesarias para disminuir el riesgo de evolución hacia
el SIDA y para evitar exponer a otras personas al virus.
¿Qué pasa cuando una persona es seropositiva y cuál puede
ser su evolución?
Podemos separar tres fases que pueden
presentarse después de la infección por HIV:
– Primoinfección: las personas infectadas
comienzan a fabricar anticuerpos anti–HIV que podrán detectarse con la prueba
serológica. Las personas son, entonces, seropositivas.
– Evolución: en una segunda fase de la
infección, de 6 meses a 10 años o más, pueden aparecer manifestaciones clínicas
en algunas personas y en otras, evolución hacia el SIDA (forma grave de la
infección por HIV), mientras otro tercer grupo puede mantenerse sin
manifestación alguna. Entre los síntomas menores de la infección por HIV pueden
encontrarse manifestaciones clínicas persistentes, tales como aumento constante
del volumen de los ganglios en diversos lugares del cuerpo, pérdida de peso
superior al 10% del peso corporal, fiebre y sudores nocturnos, formas graves de
herpes, diarrea persistente y abundante. Estos síntomas no son específicos del
SIDA ya que muchas enfermedades, generalmente benignas, pueden ocasionar estas
mismas manifestaciones. Las personas que tienen un bajo porcentaje de
linfocitos T4 corren un riesgo elevado de evolucionar hacia la enfermedad.
– SIDA:Las personas que desarrollarán SIDA,
debido a que el sistema inmunitario está fuertemente deteriorado, pueden
presentar las siguientes manifestaciones:
•
Infecciones oportunistas;
• Algunos
cánceres (linfomas y sarcoma de Kaposi);
• Otras
afecciones: trastornos neurológicos, síndrome de adelgazamiento, etc.
No obstante, otras personas pueden permanecer
sin síntomas. Es evidente que un cierto número de seropositivos pueden mantener
un estado de incubación por más de 10 años, pero podrían desarrollar la
enfermedad más tarde ya que el tiempo máximo de incubación es todavía
desconocido.
¿Cómo se transmite?
Transmisión sexual: Las relaciones sexuales con
penetración vaginal o anal, heterosexuales u homosexuales, pueden transmitir el
virus del SIDA. Los contactos oro–genitales (contacto boca– órgano genital)
pueden transmitir el HIV si hay lesiones en cualquiera de las zonas, ya que
todas las prácticas sexuales que favorezcan las lesiones e irritaciones
aumentan el riesgo de transmisión.
Las relaciones anales son las más infecciosas,
porque son las más traumáticas y la mucosa anal es más frágil que la vaginal.
Si se practica una felación (estimulación del
pene con la boca), hay riesgo de transmisión del HIV cuando hay lesiones en la
boca o en los genitales, se ingiere el semen o se lo mantiene en la boca. Para
evita la transmisión se debe utilizar preservativo.
Si se practica cunnilingus (estimulación de la
vulva con la boca) es importante utilizar barreras de protección para que la
boca no entre en contacto con los flujos vaginales, ya que es una práctica
sexual con riesgo de transmisión del HIV, sobre todo durante la menstruación.
Para evitar el contagio se pueden utilizar preservativos cortados, trozos de
plástico de envolver alimentos o pañoletas de látex (se venden en los
sex–shops).
Si se practica el annilingus (beso negro o
rimming, estimulación del ano con la boca), existe riesgo de transmisión del
HIV cuando, a causa de lesión, hay presencia de sangre en ano o en boca. Para
evitar el contagio se puede utilizar cualquier método de barrera que impida el
contacto directo de la boca con el ano, como preservativos cortados, tozos de
plástico para envolver alimentos o pañoletas de látex.
Uso compartido de jeringas: No sólo el compartir
las agujas o jeringas es un comportamiento de riesgo, el virus puede
transmitirse por cualquier objeto que se utilice para preparar la droga. A su
vez los usuarios de este tipo de sustancias constituyen un factor importante en
la transmisión heterosexual del SIDA.
El uso de cualquier droga puede afectar la
capacidad del individuo para tomar las medidas de protección, aumentando así el
riesgo de infección.
El afecto no contagia: Se ha demostrado
científicamente que los contactos de la vida cotidiana NO transmiten el HIV: no
se transmite por abrazar, besar, compartir vasos y cubiertos, tomar mate o
intercambiar ropa con una persona infectada; tampoco por compartir el lugar de
trabajo o salón de clase, utilizar el mismo baño o pileta; lavarla o dormir en
su misma cama. Los insectos no lo transmiten; el sudor, o las lágrimas de
quienes padecen esta infección tampoco. En una palabra, querer y apoyar a una
persona infectada no trae riesgos; al contrario, tiene efectos positivos en su
salud y en quienes le rodean.
Los que rechazan y discriminan a los portadores
del HIV–SIDA ignoran las verdaderas características de la enfermedad. Estar
informado sobre los modos en que sí se transmite es el primer paso para la
prevención.
No hay
ninguna prueba de transmisión del virus del HIV por mosquitos, o por cualquier
insecto que pique. Esto no es así, en cambio, con otras enfermedades que sí
tienen esta vía de contagio. Las investigaciones en zonas tropicales muestran
que las enfermedades transmitidas por mosquitos afectan a toda la población
(niños, adultos, personas de edad avanzada) sin hacer diferencias. No es el
caso del HIV que, en esas mismas zonas, afecta prioritariamente a las personas
jóvenes, sexualmente activas.
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